En los primeros meses de vida, la única forma de comunicación que tienen los niños es el llanto, si tienen una necesidad, malestar o deseo, basta con llorar para recibir atención de sus padres. Como madres, aprendemos a escuchar el llanto e identificamos si tiene hambre, sueño, está irritado por un gas, o si nos quiere a nosotras.
Alrededor de los 18 meses, empezamos a enseñarle a nuestros hijos a que empiece hacer cosas que antes no hacían. Comenzamos a exigirle determinados comportamientos, esperando que el niño logre mayor independencia, responsabilidad y autocuidado. Entonces surge en el niño la sensación de frustración que es vivenciada como una cantidad de mariposas en la barriga que no sabe que son y que no sabe qué hacer con ellas, que no le hacen sentir bien.
Entonces ¿Por qué cambiar el método para conseguir lo que quieren?
Algo cambió en nosotros, PERO ¿alguien les avisó a ellos que nuestras expectativas iban a cambiar?
Y nos adentramos en las tan afamadas PATALETAS.
A esta edad es totalmente normal porque el niño solo está haciendo lo que ha venido haciendo durante toda su vida. Y, de las cosas que hay que entender, es que el niño no hace berrinche o pataletas por maldad, simplemente esta manifestando su malestar, frustración, estrés, con la esperanza de obtener lo que desea. Así que, no lo tomes personal y empecemos a darle manejo. Aquí un ejercicio que te puede ayudar:
Esto te ayudará a ser como su traductora ante la situación.
Y Conéctate Mamá
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